miércoles, 31 de octubre de 2007

Los Cuentos de Casimiro (actualizado)

Querido Casimiro:

Después de tres años de tus mentiras y de tus medias verdades hoy un juez está dejando de constancia de lo que ya sabía cualquier persona con sentido común y conociemiento de los hechos. A cualquier persona normal se le caería la cara de vergüenza y correría a esconderse debajo de una piedra.

Pero te estoy viendo en el programa de AR, inasequible al desaliento, y compruebo lo que ya sospechaba; que no eres una persona normal. Si tus amos tienen el valor de negar ahora que alguna vez dudaron de la autoría islamista (¿es que no saben que sus palabras han quedado conservadas en Youtube? ¿O es que saben que su reserva de votos cautivos de ancianos prematuramente seniles no navega por internet?) tu, como mercenario fiel, vas a seguir manteniendo tu posición mientras te sigan pagando. Va a ser verdad que todo hombre tiene un precio, aunque reconozco que no soy capaz de imaginarme cuánto dinero hace falta para que tu y tu jefe sigais pudiendo miraros al espejo cada mañana.

Si esto fuera una película norteamericana ahora mismo la gente os estaría señalando con el dedo por la calle. Los que os han proporcionado altavoces televisivos no responderían a vuestras llamadas y estarían emitiendo documentales revelando vuestra suciedad. Vuestros amos negarían tres y trenta y trescientas veces haberos conocido o haberos empleado. Vuestra mafia construida con mentiras argamasadas con amenazas se vendría abajo como un castillo de naipes. Y, caidos en desgracia y vilipendiados, vuestra última salida sería suicidaros ahorcándoos bajo un olmo como Judas (aunque debo confesar que preferiría que lo hicierais estilo niñera de La Profecía saltando cogidos de la mano de la fachada de ése panfleto que os atreveis a llamar periódico).

Y vuestra nota de suicido confesando toda la verdad y nada más que la verdad sería la primera ficha de un efecto dominó que acabaría limpiando los medios de comunicación de este país de mercenarios, traficantes de odio y Savonarolas varios.

Pero claro, ésto no es una película.

Es la puta realidad.

Actualización: Ey, no estés triste, que Mariano ya ha dicho que te apoya. Y de aquí a las generales quedan unos cinco meses en los que seguirte forrando a costa del atentado.

1 comentario:

Necio Hutopo dijo...

El secreto de negar la realidad es (que decía alguien por ahí) seguir negandola aún a costa de la propia credibilidad...

Lo increible es que siempre habrá gente que te lo cree