Me lo dijo mi primo

Al final resulta que era verdad que Mariano quiere mucho a España.

Porque su discurso estilo Alfred E. Neuman sobre el cambio climático (¿Cómo? ¿Preocuparme yo?) ha ayudado a poner de relieve uno de esos elementos exclusivos de la cultura hispánica. Firme prueba del algodón de la unidad patria, mucho más fiable que el folclore o las tradiciones, y que ejerciendo de sociólogo aficionado (¿acaso no lo son todos?) podríamos llamar Teorema de Matrix Amigo-Familiar.

Y el enunciado del TMAF rezaría que la realidad no es tal y como se pretende que creamos que es. Y lo sabemos porque los mismos agentes de ese poder que enmascara la realidad nos lo han comentado.

Me ví expuesto por primera vez a un caso de TMAF hace más de diez años, cuando un compañero de trabajo se quejó de haber tenido que retirar de la pared un extintor para su reciclaje debido a que no podía ser simplemente arrojado a la basura por la toxicidad de su contenido. Es estúpido, decia, porque el mismo chico del ayuntamiento que ha venido a recogerlo me ha dicho que luego lo abren y lo tiran en el vertedero.

Unos años más tarde estaba discutiendo con unos amigos sobre el número real de víctimas mortales que produce la criminalidad de la zona sur de la isla. Según la versión oficial de los sucesivos gobernadores civiles tal cifra es cero (más aun, en Tenerife ni hay ni ha habido nunca mafias). Según los nativos el número de muertes podría llegar a los diez por fin de semana. Éste nativo no se cree una cifra superior a tres, pero una de las presentes afirmaba que nunca bajaba de los nueve porque se lo había contado su hermana que trabajaba en la comisaría de Las Américas y, por supuesto, su hermana nunca mentía.

Y aquí llegamos al elemento clave que diferencia un TMAF de la mera (y anglosajona) leyenda urbana como, por ejemplo, el hecho de que los mendigos callejeros ganen sueldos de ejecutivo en un solo día. Sabemos la Verdad porque nos la ha contado un amigo/familiar/simple conocido que trabaja en sostener la Mentira. Nunca se escuchará a un español afirmar que aquí los criminales son detenidos y puestos en libertad el mismo día. Dirá que los criminales apenas pasan unas horas en comisaría y nunca son juzgados porque se lo ha dicho el mismo policía que estaba tomando nota de su denuncia.

Debe ser ese misterioso policía que recorre el país recomendando a la gente que teme ser atracada en su propia casa que se compren una escopeta y maten al intruso. Pero ojo con su archienemigo, el policía que afirma que si te defiendes de un intento de homicidio a mano armada y a pesar de tu inferioridad de condiciones matas al agresor vas a acabar en la carcel por asesinato.

Y mientrtas tanto el chico que recogía extintores caducados ha digievolucionado al basurero que afirma que toda la basura separada para reciclaje se vuelve a mezclar para ser tirada a un vertedero de los de toda la vida. Su primo, el trabajador social (que dice que es inutil darles viviendas gratuitas a los gitanos porque nada más instalarse arrancan la grifería y la venden) al menos está viajando y viendo mundo, porque ahora vive y trabaja en los USA y cuenta lo mismo de los inmigrantes mexicanos.

Pero ninguno de ellos ha logrado alcanzar el poder y la inmortalidad de la anciana que en los tiempos de los Reyes Católicos (época, ni que decir tiene, de extraordinaria placidez) juraba haber visto bajar por el río los cadaveres de bebés sacrificados por judíos falsamente conversos al cristianismo. La última vez que oi hablar de ella fue hace unos diez años, cuando andaba por bosnia acusando de lo mismo a los bosnios musulmanes.

(Si, claro. Porque no hace ni una década en esta Europa moderna, blanca y cristiana había un país en el que se montó una limpieza étnica contra los musulmanes mientras el resto de los europeos miraba para otro lado. Nadie hablaba de choque de culturas. Ni de inevitable guerra entre civilizaciones. Y Oriana Falacci estaba callada como una tumba)

(Anda, mira tú. Igual que ahora. JI JI JI JI)