Durante sus años universitarios cierto joven y apuesto cefalópodo perteneció a una tribu de la época conocida como "cinéfilos". Se caracterizaban por una rígida adherencia a los postulados del cine clásico y un radical rechazo al cine comercial. Sus libros de cabecera eran El Cine Segun Hitchcock de Francoise Truffaut y Memorias de un Amante Sarnoso de Groucho Marx. Abarrotaban las salas de versión original (en aquel entonces una inesperada novedad) donde podrían descubrir nuevos valores del cine serio como Kristof Kieslowski o Andrei Konchalkowski, precedidos de cortometrajes como el Café y Cigarrillos de Jim Jarmusch.
Hoy en día esa tribu ha evolucionado en los Gafapastas, que ya no tienen libros de cabecera y abarrotan las salas de versión original donde descubren a Kirstof Kieslowski diez años despues de muerto o ven la versión largometraje del Café y Cigarrillos de Jarmusch. ¿Konchalkowski? Ahí anda, dirigiendo películas de Stallone. Pero eso es otra historia.
El caso es que el culto y refinado Yin de nuestro crustáceo protagonista se mantenía en un eterno conflicto con un oculto Yang de bastante menos sensibilidad. "¿La saga de Harry el Sucio? ¡Basura fascista!" gritaba uno. "Jo, como mola ese pistolón" murmuraba el otro. "La Guerra de las Galaxias no es mas que cine de explotación, reciclado descarado de cientos de novelas y películas diferentes", afirmaba uno. "Disculpas acepatdas, General Needa" ensoñaba el otro.
Inevitablemente toda guerra llega a su final. Y lo hace de dos maneras: con la exterminación de uno de los bandos o con una paz que lleva a la coexistencia y finalmente a la fusión. Esto es lo que sucedió cuando, a finales de la década, nuestro héroe decidió meterse a ver lo que esperaba que fuera otro ejemplo de la basura comercial producida en serie por la industria hollywoodiense pero que al menos tendría buenos efectos especiales.
Y resultó que había entrado a ver RoboCop.
Y nada volvió a ser como antes.
Pero nuestra fábula tiene lugar antes de aquello. De entre el magma de la explosión creativa de la primera mitad de los ochenta surgió un personaje destinado a convertirse en algo más que un icono, en un concepto en si mismo. RAMBO.
Ejemplo claro si hay uno de lo que es cine comercial ideológicamente imperialista. Pendiente de revisión deuvedera y posible descubrimiento de hasta la fecha indetectados valores cinematográficos, si hay algo claro sobre la saga protagonizada por el famoso veterano de Vietnam son dos cosas:
Que fue la encarnación quintaesencial del cine propagandístico versión años ochenta. Particularmente sangrante es ese extraño renuncio de la aventura asiática que hace el Coronel Trautman en la tercera parte ante los oficiales rusos ("¿Atacar a una población civil con un ejército tecnológicamente superior? No funcionará. Lo intentamos en Vietnam y fracasamos") después de que su pupilo haya dejado a Vietnam sin ejército en la anterior entrega. El giro irónico es, claro, cómo la creación de Stallone entrena y alienta a los heroicos Muyahidines que unos diez años más tarde ayudarán a destruir las Torres Gemelas.
Y que su estética y cartel (evolución citius, altius, fortius del cartel de Acorralado creado, como no, por Mr. Struzan) inauguraron la moda que arrasó los carteles de cine de serie B y las carátulas de videojuego ochenteras: el tio cachas armado con pistolón.
Que es una de esas cosas que al Yang siempre le han molado.
El caso es que pasan los años, llega lo políticamente correcto, renace la censura, y acabamos teniendo cine de psicópatas sin desnudos ni (gasp) gore. Y el crustáceo vuelve la vista atrás hacia los viejos tiempos y subproductos como la saga de Viernes 13 terminan resultando entrañables y honestas series B frente a sus pretenciosos y sosos descendientes. Y justo entonces Zoidberg se encuentra con este trailer:
Y la perspectiva de un festival de balaseras, explosiones y casi tantas variaciones de mutilaciones como en un greatest hits de Predicador hace que sus palpos bucales babeen en abundancia. Porque es justo lo que le recetó el médico (él mismo) para curar esa regla anímica que ya le dura casi dos días.
Bonus Track: Curiosamente, el personaje creado por David Morrell (autor de Acorralado y de otro clásico de veteranos de Vietnam hasta-los-cojones; "El Parque es Mio") vendría a ser de la misma generación que Stallone y en la actualidad tendría su edad.
P.D. post-visionado: Zoidberg no no va a decir que John Rambo es una buena película. Sólo que se lo ha pasado pipa y se le ha hecho corta.
miércoles, 6 de febrero de 2008
Las Crónicas Decapodianas: Rambo y Yo
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2 comentarios:
Y bueno, de Rambo no sabría que decir... Supongo que la conseguiré ne un DVD pirata o me la bajaré de la mula un día de estos...
Pero de esto otro; "-La Guerra de las Galaxias no es mas que cine de explotación, reciclado descarado de cientos de novelas y películas diferentes-, afirmaba uno. -Disculpas acepatdas, General Needa- ensoñaba el otro"... Y bueno; yo también quiero ver FanBoys
No se te ha hecho corta. ES corta.
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