Las islas canarias son un archipielago bastante canijo que por no estar ni está en medio del Oceano Atlántico, sino pegaditas a la costa africana. Entre el aplatanamiento permanente (interrumpido una vea al año por una borrachera que dura una semana llamada "carnaval") y la cutrez generalizada (para lo único que dió el presupuesto fué para levantar el pico más alto de España) podría parecer que estamos ante una tierra que no tenga ninguna virtud destacable.
Pero nada más lejos de la realidad.
Las Islas Canarias son el museo nacional de la corrupción y la delincuencia. De acuerdo, aquí no se han dado pelotazos inmobiliarios tan grandes como los de Marbella. Ni se mueven tantas drogas como por Valencia. Ni hay un neopotismo tan campante como el de Madrid. Ni hay tantos porteros matones como en Barcelona. Ni tantos mafiosos, camellos o violadores como en tantos y tantos lugares de nuestra Piel de Toro.
Porque aquí no hay más cantidad que en ningún otro sitio, pero en ningún lugar hay tanta variedad como aquí. Pensad en cualquier estafa, montaje o crimen que haya sucedido en vuestra localidad y tened por seguro que, a una escala más modesta, también ha tenido lugar aquí.
Pero las Islas Canarias no son solo una tierra de imitación, también lo son de innovación. Este suelo volcánico es testigo del nacimiento de conceptos destinados a revolucionar la civilización. Algunos son tan rompedores que uno todavía no ha sido capaz de discernir su utilidad.
Contemplad... ¡EL PUENTE A NINGUNA PARTE!
Nadie parece estar muy seguro de cuántos años hace que su cuerpo de hormigón armado reposa sobre la autopista norte de Santa Cruz de Tenerife, pero no es probable que sean menos de diez.
Sobre su utilidad hay un desacuerdo mayor todavía.
Algunos afirman que se trata de unas comillas gigantescas, inicio de una futura frase escrita sobre la superficie de la urbe santacrucera destinada a ojos provinientes de las estrellas.
Otros susurran que el puente une dos portales abiertos a dimensiones místicas más alla de la comprensión de la limitada mente humana y que aquellos que osan encaramarse a él y caminar hacia uno de sus extremos no son vueltos a ver jamás.
Muchos creen que se trata de antíguas consturcciones aborígenes que han sobrevivido al paso de los siglos merced a los arcanos métodos de construcción empleados por los guanches y heredados de sus antepasados atlantes.
Y bueno, el ocasional esceptico insiste en que alguien que no tenía dos dedos de frente planificó un puente que partiera del aparcamiento de la Residencia Sanitaria y que cruzara la autopista sin pararse a pensar que al otro lado hay una pendiente del 30% y que en una curva puesta ahí los coches saldrían disparados hasta empotarse contra el cementerio.
Una teoría absurda, evidentemente.
viernes, 13 de febrero de 2009
¡Qué suerte vivir aquí! (2): We are in Bridge to Nowhere
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2 comentarios:
Hay cosas así en casi todas las ciudades...
Ese puente lo comenzaron antes de las obras del tranvía. Hace años que no me pregunto para qué narices puede ser. A lo mejor es una escultura al aire libre de esas que tiene S/C por todos lados XD
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