No tenía razón.
Y cuando uno se equivoca es justo reconocerlo.
Yo pensaba que la jerarquía de la iglesia católica española estaba formada por una panda de hipócritas empeñados en defender a los embriones y hasta a los espermatozoides pero que una vez que el niño ha nacido ya les da igual que lo viole un cura pederasta, que muera de una enfermedad hereditaria o que lo mate una bomba del IRA o de la ETA.
Pero Sark me convencio de lo errado de mi postura. Y fue tan generoso como para sugerirme el método de expiación.
Así que he aquí mi penitencia. Hasta me he permitido el lujo de añadir la "¡" que se les olvidó incluir a los muchachos de la conferencia episcopal, duchos en el Photoshop pero cortitos de castellano. Pinchad en ella para ver la versión grande y distribuidla.
(y contemplad el milagro de la vida)
lunes, 23 de marzo de 2009
¡Protégelo!
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
1 comentario:
Pues claro...
Publicar un comentario