Avatareado

Lo hice todo por tí, James...

Me enfrenté a descreidos que con altivo gesto te despreciaban (pero la hora de su juicio se acerca).

Afronté una agobiante cola llena de gente ("Dos para el Avatar ese") en la taquilla.

Superé una axfisiante masa de personas ("Pues te digo que al final muere XXXX XX, que anoche me la bajé y la ví") ante la puerta de la sala. Uno creería que las entradas numeradas acabaron con las aglomeraciones, pero estaría equivocado.

Aguanté el aire acondicionado puesto al máximo, otra vieja costumbre de los exhibidores tinerfeños que regresa.

Y dodo ello mientras soportaba un bonito dolor de cabeza sazonado con estómago revuelto.

Durante dos horas diez minutos.

¿Y tú, James?

¿Qué has hecho por mí a cambio de mi ciega devoción?

Te lo diré, James.

Tu... tu...

(mierda, me juré que no iba a llorar)

Tu has hecho...

¡UN PUTO PELICULÓN, JAMES!

(y si no os fiais de mi palabra, fiaros de la de ROB!)