lunes, 15 de febrero de 2010

Las Crónicas Decapodianas: La Supervivencia del Más Apto

Darwin sabía lo que decía cuando afirmó que la naturaleza establece un entorno competitivo que favorece la supervivencia del más apto. Es decir, que sabe más Cthulhu por primigenio que por Cthulhu.

Y Zoidberg acumula la sabiduría de ya unos cuantos xbolgrs (para vosotros, los humanos, 2.8 años).

Y ha visto muchas cosas.

Durante una época de su vida, trabajador por cuenta ajena, Zoidberg comía en un restaurante de la Rambla de ese pozo de villanía que los terrícolas dieron en llamar Santa Cruz de Tenerife. Tras el frugal refrigerio, disfrutaba de un rato de asueto sentado en un banco de la citada rambla antes de reincorporarse diligentemente a su puesto de trabajo. Justo enfrente de un edificio en construcción.

Unos veinte minutos. Todos los días

Y de cada cinco que tiene una semana laborable en dos, en esos veinte minutos, pasaba algo. Vigas que caian de la facahada y que habrían matado a quien pasara por allí debajo. Misteriosos estruendos en el interior...

Lo que traía a la memoria de Zoidberg como, muchos años atras cuando apenas era bivalvo, una grua tuvo la gentileza de desplomarse hacia el interior del solar chocando contra una fachada e hiriendo a una madre que bañaba a su hijo en lugar de desplomarse hacia fuera cayendo sobre una plaza llena de gente.

Así que Zoidberg, para variar escarmentado en cabeza ajena, se tiene bien aprendida la lecciçon y se cambia de acera para no pasar por delante de una obra.

Y por eso Zoidberg, cuando los esbirros del complejo constructor-industrial se rien de la gente que teme a las gruas siente como un escalofrío recore su exoesqueleto.

De manera que hace dos días cuando Zoidberg caminaba por la calle y se encontró con esto...

...se detuvo inmediatamente.

Dos obreros instalando un panelado en un balcón sin ningún tipo de medida de seguridad. Hasta aquí todo normal.

El detalle inquietante...

...era que uno estaba intentando encajar la varilla vertical del marco con un martillo.

Golpeando hacia fuera. Hacia la calle.

Y, como no podía ser de otra manera, unos segundos más tarde los gopes hicieron que un fragmento del techo cayera a la calle justo en el momento en que Zoidberg hubiera pasado por debajo de no detenerse.

Y bueno, la historia sería mucho más bíblica si el trozo hubiera llegado hasta la acera en lugar de caer sobre el parterre.

Pero ese pequeño detalle no empañó la triunfante sonrisa de Zoidberg mientras pensaba "puede que seas letal para los humanos, ciudad, pero Zoidberg ¡SOBREVIVE!".

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