viernes, 24 de septiembre de 2010

Ingenio

La tormenta arreciaba.

Habría oscureciendo aun más la tenebrosa noche de ser posible tal hazaña. Gruesas gotas de lluvia chocaban salvajemente contra la enorme cristalera que presidia el amplio salón principal de la Mansión Wayne.

Pero Bruce, en su estado de profunda meditación, apenas percibia su atronante tambolireo como un lejano eco.

"Las madres son cobardes y supersticiosas", consideró, "debo usar un subterfugio que no despierte sospechas en sus corazones si se me abre el batcinturón de utilidades en mitad de un parque infantil".

En ese momento un deslumbrante relámpago iluminó la estancia como si fuera de día, arrojando sobre el suelo delante de Bruce una sombra de extraña forma y desconcertante color.

El Caballero Oscuro se levantó de un salto y su aguda vista se clavó en el objeto que, sobrenaturalmente ajeno a la tormenta, como si de una visión se tratara, se mecía lentamente rozando contra el ventanal.

"Sí" dijo Bruce, transfigurado por la revelación, "¡SÍ!" con el corazon palpitándole en el pecho...

"¡Diré que son globos!"

1 comentario:

Necio Hutopo dijo...

Y bueno, lo menos que se puede decir es que Brucie es cuidadoso...