Querido bisabuelo:
El otro día estba en el trabajo indexando tu zona de la Holoteca Presidencial Aguirre cuando me encontré con un clip de vídeo en el que afirmabas que el cambio climático era una falacia.
Grande fué mi sorpresa. ¿Tú, que siempre fuiste un firme defensor del medio ambiente?
Ya me habían intentado convencer de que lo habías dicho pero no les creí, claro. Desde pequeño me educaste en la certeza de que los negacionistas eran unos comunistas radicales nacionalistas que intentaban destruir el libre mercado para imponer una dictadura homosexual islamista.
La duda me atenazaba. ¿Acaso tú, en tu juventud, habías sido uno de esos alocados izquierdosos drogadictos? ¿Fue la bisabuela Botella la que te enderezó?
Corrí acongojado a buscar consuelo y consejo al harén de Tito Cascos. Tan grande era mi zozobra que rechacé la concubina que me ofreció pues me urgía que calmara mi agitado animo con esa sabia palabra que siempre le ha caracterizado.
Y vaya si lo hizo.
Me explicó que sí, que era cierto que en un pricnipio eras un negacionista del cambio climático. Pero que si cambiaste de bando fué por dos razones.
Una que siempre fuiste un miserable capaz de vender a su propia madre a cambio de un puñado de dólares, unas palmaditas en la espalda y cinco minutos de presencia en todos los telediarios del día.
Cómo me tranquilizo, querido bisabuelo, cuán hondo respiré aliviado al saber que siempre habías sido coherente con esa escala de valores que a día de hoy sigues manteniendo y en los que tu familia y descendientes nos sentimos tan orogullosos de haber sido educados.
La otra razón, me siguió explicando Tito Cascos, es que los luchadores contra el cambio climático a los que te opusistes no eran como los de ahora. Eran una pandilla de antisistemas invertidos y drogodependientes que pensaban que los gases CFC causaban el agujero de la capa de ozono o que el efecto invernadero era algo malo.
¡Por el amor de Cristo Rey! ¿Cómo pudo existir gente tan necia? Si todo el mundo sabe que el CO2 es beneficioso para los pulmones y que los residuos radiactivos no producen cancer, sólo lamentables coincidencias.
Podría seguir líneas y líneas describiendo mi felicidad, bisabuelo, pero tengo que acabar esta carta. Oigo cómo la lluvia ácida que cae sobre el tejado del bunker está empezando a aflojar, lo que significa que en cuanto pasen las nubes de ceniza volverá a brillar el sol. Y ya sabes que la radiación gamma inutiliza los generadores adicionales y los protegidos los reservamos para el sistema de soporte vital y la depuradora de agua.
No se cómo os las arreglabais para vivir en esa tierra infernal de tus años mozos que nos describes en tus relatos, queridísimo bisabuelo, pero que sepas que tus bisnietos te agradecen el paradisíaco planeta que tu y los tuyos nos legasteis.
miércoles, 20 de octubre de 2010
Cartas a un Viejo Español (4)
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