No, este no es otro post dedicado a glosar las excelentes cualidades como ser humano y literato de ese fénix de los ingenios, de esa suprema gloria de las letras nacionales bendecido por las musas que sigue regalándonos generosamente profundas reflexiones como la de que en las cárceles del Tito Paco no se torturaba a nadie y que eran como colegios mayores.
El drago al que se refiere el título del post no es otro que el sagrado arbol de nuestros ancestros aborígenes. El legendario ente arborícola que hunde sus raices en la mágica Noche de los Tiempos (TM) para extender su inmortal ramaje hacia los estrellados cielos del futuro.
A cualquiera que se haya cobijado bajo la frondosa sombra de un Dracaena Draco puede comprender que los antíguos guanches lo adorasen y considerasen que su savia era sangre de dragón dotada de milagrosas propiedades. No resulta extraña la milenaria longevidad del mítico Drago de Icod. ya viejo cuando se construyeron las pirámides de Egipto.
Oh, claro, hay descreidos y traidores que afirman que no es tan antíguo, que apenas supera los 800 años de edad, 1.000 como mucho.
Sigh, qué mala es la envidia.
Pues no otro es el motivo de tales afirmaciones. Porque como la fuerte cabellera de Sansón el drago canario es símbolo y avatar de la virilidad de los habitantes masculinos de las islas. Su enhiesta majestuosidad e imbatible dureza y resistencia reflejan las similares propiedades con que han sido bendecidos los atributos de los hijos de estas tierras atlánticas para asombro y maravilla de extranjeras (y algunos extranjeros también, para qué negarlo, que no hay más que ver cómo se quedó Mark Millar tras visitar Maspalomas).
La próxima vez que veais un poderoso drago alzarse orgulloso y monolítico considerad que...
Queee... estooo... ¿que nunca me había pasado antes y que lo que sucede es que mis sentimientos son tan intensos que me he puesto nervioso y...?
martes, 29 de noviembre de 2011
Qué Suerte Vivir Aquí: El Furor del Drago
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1 comentario:
Para que la imagen fuera perfecta, los palos de sostén deberían de ser azules... Jijiji, qué jodío.
Salud y saludos, oigausté.
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