martes, 1 de octubre de 2013

Harpy Meal

Yo sé que arremeter contra los restaurantes MacDonalds es fácil. Demasiado fácil. Uno casi diría que el ataque a la cadena de los Arcos Dorados (TM) es el deporte de moda. Con el agravante de hipocresía si el que lo hace es un asiduo a sus ofertas gastronómicas.

Y sin embargo...

No es que uno pueda afirmar que su comida tenga nocivos efectos secundarios para quien la consume. Quiero decir que para poder establecer una relación causa-efecto entre su consumición y sus teóricas secuelas habría que eliminar otras posibles fuentes como los videojuegos, los tebeos, o la Nocilla blanca.

Pero estos factores quedan automáticamente descartados si lo que estudiamos son las huellas que podemos encontrar en el propio local. Cualquier alteración, distorsión o incluso mutación del mismo entorno sólo puede ser atribuida a las sustancias que son manipuladas en su interior. Y cuando vas a un MacDonalds... ¿Cómo decirlo...? ¿De qué manera expresarlo adecuadamente...?

¿Sabeis esa sensación que todos tenemos a veces de que alguien o algo nos está observando sin que nos demos cuenta?


Pues en un MacDonalds NO es un truco de la mente.


De hecho podría afirmarse sin temor a equivocarse que cuando miras a un MacDonalds...


...EL MACDONALDS TE DEVUELVE LA MIRADA...