martes, 26 de febrero de 2008

Ciencia y Ficción

Una de las características arquetípicas del género de superheroes es la existencia de una continuidad persistente en la que se enmarcan sus historias. Existe un Universo Marvel, un Universo DC o un Universo Bruguera dentro de los cuales las historias y los eventos se interrelacionan llegando en ocasiones al uso de metalenguaje.

Es en este marco de referencia en el que generalmente residen implícitamente las reglas que guian el tono de las historias que dentro de él transcurren (lo que no es óbice para el ocasional rara avis que se desvía de la norma). Condición sine qua non para ello es una correlación de igual a igual entre ambas partes en coherencia y je ne se quois.

Citemos, a vuelapluma, un ejemplo de ello. Siendo el quid del género superheroico la existencia de lo extraordinario en medio de lo común, tenemos un mundo y una sociedad que, necesariamente, no pueden ser alteradas por la existencia de superhéroes sine die. Sin embargo esta reciprocidad antes mencionada requiere que a esa acción le siga una reacción por mínima que esta sea.

Y asi, la existencia de una JSA en el Universo DC causa que haya metahumanos sirviendo en las filas del ejército norteamericano.


Y aquí el auteur Johns elige sabiamente limitar el consetuedinario efecto mariposa recalcando que dichos individuos sirven bajo un modesto secreto. Aun así las consecuencias de la intrusión del fantastique en lo verité llegan un paso más alla y nuevamente subrayan que, aunque lo pudiera parecer, este no es el universo que ves a través de tu ventana.


Pues en este las tropas norteamericanas destinadas en Irak en lugar de dedicarse a expoliar todo museo que encontraron los protegieron del robo y de actos vandálicos.

Ah, bien lo expresó Shakespeare cuando escribió "taH pagh taHbe' "

1 comentario:

Necio Hutopo dijo...

Y en este sí encontraron armas de destrucción masiva... O tampoco?