miércoles, 30 de septiembre de 2009

Las Crónicas Decapodianas: El Coche Fantástico

Benidorm, verano de 1973.

Un tierno y jovencísimo bivalbo, futuro ejemplo de virilidad cefalopédica, paseaba junto a sus padres y hermano cuando estos decidieron entrar en una juguetería y hacerles unos regalos.

Ya se había puesto el sol y las luces de la tienda eran brillantes. Allá arriba, en una estantería blanca e inalcanzable, estaban los coches. Al hermano menor le tocó el modelo verde con capota, el último que quedaba. El modelo rojo descapotable, del que todavía quedaban dos hileras, fué a parar al otro hermano.

"Son irrompibles", le dijo el vendedor a los padres.

"¿Habeis oido? ¡Son irrompibles!" le repitieron los progenitores a sus ilusionados hijos.

¿Quieres someter a un juguete a pruebas más duras que el entrenamiento de los spetnatz soviéticos y los astronautas de la NASA combinados? Regálaselo a un infante mientras le aseguras que no pude romperlo.

Dedicará todo su empeño en lanzarlo con todas sus fuerzas y hacerlo chocar con todo lo que pille por delante. Y más si se trata de un coche de ruedas sueltas y veloces.

Quién sabe dónde andará el coche verde con capota.

El caso es que, tras años de juegos en que sirvió de transporte a clicks de Famobil y hasta a figuras de Star Wars de Kenner y tras años de cajas de juguetes que desaparecían misteriosamente del armario sin que el sector materno aceptara ninguna culpa ni responsabilidad por ello llegamos a...

Santa Cruz de Tenerife, verano de 2009.

Ahí está.

La pegatina del costado desapareció hace décadas.

Pero el bloque del motor es de plástico, y tanto los tubos de escape como los faros están intactos. Como mucho, el cromado de la toma de aire está desgastado.

Y el volante, que es de goma blanda, tiene dos de los tres radios partidos, pero aún así aguanta en su sitio.

Pero la goma de las ruedas está intacta. Ninguna pieza de plástico se ha partido ni las de metal tienan la pintura rayada o se han oxidado.

Tras tantos y tantos años, todavía irrompible.

A veces Zoidberg piensa que es como el mono de motero de Starbrand. Que mientras siga creyendo que es irrompible lo seguirá siendo.

Y dado que Zoidberg piensa seguir viviendo unas cuantas décadas más...

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