Un ultrapersonaje como Prime es como una cebolla o la Familia Superman: tienen capas. Y bajo su aparentemente simple (uno incluso diría que simplona) superficie oculta insospechados niveles de complejidad.
Y nada sirve mejor para ponerlos de manifiesto que el clásico truco del desdoblamiento, tambien conocido como "¡Mira! ¡Son Superman y Clark Kent juntos al mismo tiempo!"
La separación física de quienes antes eran un mismo ser sirve para resaltar quién es Prime cuando no está habitado por la conciencia de Kevin. Un ser amoral y desprovisto de empatía.
Vamos, lo que se dice un tío chungo.
Pero, al enfrentarse a su desbocado y ultrapoderoso otro yo, Kevin Green nos confirma su corage, lo que hace de él un auténtico heroe.
Y, al mismo tiempo, demostrando otro insospechado nivel de lectura extra en la compleja filigrana narrativa que Gerard Jones despliega ante el lector, descubrimos cual es el punto débil de Kevin.
El llamado síndrome de Creed. Conocido fuera de los círculos médicos como...
...el clásico caso de pezones ultrasensibles.
(y en círculos más, ejem, oscuros, como "a mi novio lo manejo como si fuera el mando analógico de una Playstation")
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