jueves, 7 de enero de 2010

Qué Suerte Vivir Aquí (si estás protegido, claro)

Vosotros, ahí en la península, no os imaginais lo duro que es ser un político canario.

Vosotros podeis recalificar, expropiar y poneros a construir sobre la marcha. Aquí la cosa no es tan fácil.

Por un lado, hay que aprovechar la abundancia de especies endémicas y espacios naturales únicos. Queda muy bien presumir de ello como reclamo en las ferias internacionales de turismo. Y la cantidad de pasta que se puede repartir a amiguetes con la excusa de la promoción turística es tan pero tan brutal que hace unos años llego a haber DOS empresas propiedad del Gobierno Autónomo dedicadas a ello (Saturno ya ha desaparecido, ¿alquien recuerda cómo se llamaba la otra?).

Así que interesa montar Espacios Naturales Protegidos por donde sea, que quedan molones y además son una fuente de mamadera de subvenciones europeas cojonuda. Bueno, espacios naturales, reservas de la biosfera, reservas naturales especiales y lo que se tercie.

El problema es que luego vas y te montas un macroproyecto para forrarte como el Puerto de Granadilla y te paran los pies. Los nativos no, que están aplatanados y miran con sonrisillas de superioridad a la gente que viene de fuera a manifestarse contra las obras. Los turistas tampoco, cuando la mierda cubra las playas (y llegará hasta Las Américas) se limitarán a elegir otro lugar para hacer el chorra con el Kite Surfing y tan panchos.

La población canaria en general tampoco. Lo demuestra el hecho de que los dos argumentos en favor de la construcción del puerto son la necesidad de un puerto de descarga de gas ciudad (aparte del "rascacielos" ¿qué otro edificio lo usa en toda la isla?) y la congestión que sufre el puerto de Santa Cruz.

Es lógico que a los que no sois de aquí el unir en una frase los términos "congestión", "puerto" y "Santa Cruz" no os produzca un colapso de risa histérica.

Siendo sinceros es innegable que lleno de agua sí que lo está. Pero lo que son barcos...

Bueno, en realidad son tres argumentos, el otro es el habitual "sólo se oponen cuatro hippis ecologistas". Y el problema es cuando esos hippis va y presenta un recurso ante el Tribunal Supremo contra tu bonito proyecto porque se va a cargar esos espacios naturales que tu mismo has protegido legalmente (que ya te vale, un poco de coodinación, miniño) ¡y va y falla en tu contra!

Con tu fantástico superproyecto paralizado un político peninsular probablemente se rendiría, empezaría a echarle la culpa a "golfos que se nos han colado en el partido, que nosotros somos honradísimos, señora" o dedicaría su empeño a otro proyecto.

Pero no uno canario. Canarias tiene un color especial.

Sólo aquí la empresa cuyas obras han sido paralizadas sería capaz de demandar a la organización ecologista que lo ha logrado reclamándoles pérdidas económicas.

Y sólo aquí el gobierno sería capaz de sacar una nueva clasificación de especies diseñada a la carta para poder desproteger esos bichos y hierbajos que han paralizado tu gigaproyecto.

Qué suerte vivir aquí...



(si no eres un sebadal, claro)

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