Allí estaban. Las jóvenes prisioneras americanas expuestas como simple carne en el mercado.
Las huellas de los crueles experimentos nazis que se habían cebado en sus púberes cuerpos expuestas descarnadamente ante los inquisitivos ojos de pupilas frías y azules como el hielo.
Mary Sue no pudo soportar más la tensión y se echó a llorar, lágrimas brotando de sus hermosos ojos cual caudales de puro sufrimiento. Uno de los guardias se aprestó a acallar sus sollozos en el mismo instante que Klaus, con esa aguda y sádica vocecilla que tan bien habían aprendido a temer y odiar, comenzó emitir la sentencia que iba a marcar inalterablemente los destinos de las tres muchachas.
-Sin ninguna duda, Rrojo Caoba Afrricanen y Rrubio Orro del Rrhin están listos parra la Coleccionen Otoñen, perro no me gustan los brrillos del Morreno Ébano del Nilo, hay que seguirr afinando la forrmulen.
No hay comentarios:
Publicar un comentario