Vampiros.
Desde inmemoriales tiempos la amenaza vampírica ha depredado las indefensas gargantas de la humanidad. La sola mención de su nombre despierta el más abyecto terror en las tierras asoladas por su presencia. Criaturas surgidas de la estigia oscutidad de la noche a cuyo tan maternal como maligno abrazo retornan una vez saciados sus antinaturales apetitos. Tan solo el salvador aroma del ajo o la pía visión de un crucifijo pueden proteger frente a su ataque.
Pero hay otra manera.
Una técnica de defensa transmitida en el más estricto secreto de generación en generación de cazavampiros. Una infalible maniobra que en más de una ocasión ha logrado que en último segundo uno de estos valerosos guerreros salvara la vida.
Y es que, contrariamente a la creencia popular que los pinta como demonios dominados por la lascivia y la sicalipsis, los vampiros son seres tan rancios y conservadores que a su lado una tertulia de 13TV es una asamblea de la Plataforma Anti Hipotecas. Y su misoginia es tan absoluta que lo único capaz de hacer que toquen a una mujer es su acuciante sed de sangre.
Y sí, el refulgente brillo de un crucifijo causa en ellos un irreprimible pavor que hace que aparten la mirada con agónico gesto y se batan en retirada.
Pero la de un crucifijo...
...no es la única visión que los ahuyenta...
1 comentario:
Mira que vas a tener razón, porque pudiendo agarrar a la fémina de un poco más abajo (o un tanto más arriba), va y la coge del cinturón...
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