lunes, 11 de octubre de 2010

La Caida de la Casa Clix (I)

Capítulo I

Por algún extraño motivo los jueves son siempre un día tranquilo en el mundo de los investigadores privados. Será que los problemas del fin de semana pasado ya han sido resueltos y los del siguiente todavía están planeandose, pero el jueves es el día que aprovecho para ordenar papeles y explicarle a mi casera por qué este mes también me voy a retrasar en el alquiler.

Así que mi sorpresa fué grande cuando sonó el tartamudeante timbre de mi despacho. Levanté la vista y pude vislumbrar la silueta de un ¿posible cliente? recortada contra el cristal de la puerta.

-Puede pasar, no esta cerrada con llave- dije, y con un movimiento de felina gracia la silueta se adentró en la oscura habitación.

-Me llamo E. Martín-, respondió mientras se sentaba delante de mi mesa y la luz de mi flexo revelaba una impresionante y compacta masa de virilidad que hizo que me pusiera caliente como una...

Ehm... ¿He explicado ya que soy una chica?

Ups...

Pues si, lo soy, ¿vale? Brawne Lamia, investigadora privada, número de licencia... no me lo sé de memoria. La tengo por ahí debajo de los Guns & Ammo atrasados. Pero bueno, ha quedado claro ¿no? Soy una mujer y E. Martín es el summun de la masculinidad heterosexual. Y esto no lo escribe él, lo escribo yo, que soy una persona diferente ¿OK? Y mujer ¿de acuerdo?

¿Ha quedado suficientemente claro?

Esto... ¿Por dónde iba?

Bueno, el caso es que empezó a hablar con esa voz viril y ronroneante y... vale vale, ya me callo.

-Necesito que averigue algo para mí, señorita Lamia. He oido que es muy buena averiguando cosas.

-Ha oido bien, señor Martín.

-No es lo único que he oido. Corren muchos rumores sobre el Heroclix. Rumores pesimistas. Y lo que pueda suceder con ese juego afectaría seriamente a mis... digamos, intereses.

-Intereses de naturaleza...

-De momento considerémoslos de naturaleza personal y privada. De surgir la necesidad de ello no dude en que le serían revelados, pero mientras tanto...

-Prefiere preservar su intimidad. Comprendo perfectamente.

-Conozco sus tarifas y estoy más que dispuesto a pagarlas, señorita Lamia. Por favor, comprenda que es de vital importancia para mí...

-Todos mis encargos son de vital importancia para mí, señor Martín.

-Este DVD-Rom contiene todos los datos que necesita para comenzar su investigación - respondió sonriendo complacido.

-Esta misma tarde empezaré a hacer averiguaciones -dije mientras tomaba el disco de datos de sus manos- Me pondré en contacto con usted en cuanto tenga algo que contarle. Mientras tanto, si necesitara algo mas de mí... silbe. Sabe silbar... ¿verdad...?

-No me hace falta, ya tengo un silbido de politono en el móvil.

Viéndole desaparecer tras la puerta del despacho no podía imaginarme que acababa de meterme en el nmayor embrollo de mi vida.

3 comentarios:

Necio Hutopo dijo...

Vale, pase sólo porque lo escribe una mujer...

PonC dijo...

E. Martin Silenus, tenía cuernecitos y patas de cabra?

LoKKie dijo...

De verdad tienes silbiditos en el movil? :P