Aunque existe una película que lo adapta, A Man Called Intrepid es un libro de no ficción.
Narra el (según Stevenson) crucial papel antes y durante la Segunda Guerra Mundial del William Stephenson, intentrando coordinar un espionage exterior británico bajo el gobierno del colaboracionista Primer Ministro Chamberlain y las vías de comunicación que Stephenson ayudó a tender entre un entonces denostado Winston Churchill y un Roosevelt asediado por aislacionistas e incluso abiertramente pronazis norteamericanos.
Frente a votantes que pensaban que la de Hitler contra Francia no era su guerra, ciudadanos que consideraban que Gran Bretaña estaba condenada a la derrota y apoyarla era una pérdida de tiempo y esfuerzo e incluso empresarios que salivaban ante las posibilidades de negocio en una Europa dominada por Hitler que les prometian los embajadores alemanes el libro contrapone a políticos, soldados, científicos, intelectuales, artistas y simples ciudadanos de las más variadas nacionalidades e ideologías que saben que se enfrentan a la mayor alianza de tiranias que ha visto la humanidad y que lo que está en juego es la misma supervivencia de los concepto de libertad y de democracia.
Todo muy bonito y más por el hecho de que es cierto: estamos hablando de la Segunda Guerra Mundial y de los nazis.
Pero hay un pequeño detalle que comienza a zumbarte en el oido en cuanto se menciona Bletchley Park y los esfuerzos por descifrar la máquina Enigma y que hacia la mitad del libro, donde ya vamos por la caza del Bismark, pasa de zumbido a clamoroso estruendo: en ninguna de sus 541 páginas se menciona a Alan Turing.
Se cuenta la historia de heroinas ovlidadas como Noor Inayat Khan, de la implicación en la guerra de Ian Flemming y Roald Dahl o cómo el contraespionaje del director de la Gestapo Reinhard Heydrich logró que el mismo Stalin ejecutara a sus mejores generales. Pero en niguna de las numerosas mecniones a cómo el departamento ULTRA lograba heroicamente decodificar los mensajes cifrados alemanes aparece el nombre de Turing.
Me pregunto por qué será.
Desde luego no puede ser porque quedaría feo, entre tanta arenga de democracias luchando galantemente contra la opresión, mentar al genio imprescindible para el espionaje aliado que tras la guerra fué condenado por homoexualidad, forzado a sufrir un tratamiento hormonal y finalmente murió suicidado/asesinado/quién sabe demostrando que la libertad y la democracia por la que luchaban aquellos heroes era sólo para heterosexuales.
No, no puede ser por eso.
Quiero decir, habla y mucho del heroismo de mujeres que tuvieron que luchar en la resistencia y aprender a ocultar objetos en sus vaginas y que al terminar la guerra (las que sobrevivieron) tuvieron que volver a una sociedad machista donde eran ciudadanas de segunda (de hecho uno de los mayores empujes al movimiento feminista lo dieron las norteamericanas que tuvieron que asumir el papel de obreros industriales durante la guerra y descubrieron que no se acababa el mundo por ello).
Bueno, el libro cuenta lo primero pero no lo segundo pero estoy seguro de que se sobreentiende implícitamente. Segurísimo.
Porque vamos, si de algo puede presumir la literatura historico-bélica es de imparcialidad. Todavía no he liedo un libro sobre la evolución de los Panzer o el desarrollo de un Messerschmidt que de repente se detenga para explicarte que sus responsables eran uns nazis miserables que se mereceráin que sus tripas se usaran para engrasar las cadenas de los tanques de Patton (o los del Ejército Rojo). Aparte de que toda persona digna de tal denominación sabe que un libro sobre la estrategia del Afrika Korps de Rommel debería centrarse en eso, la estrategia. Igual que uno sobre la conquista de las Galias por parte de Julio Cesar o sobre la derrota de Napoleon en Waterloo.
Yo todavía no me he encontrado uno que no cumpla ese principio.
Por ejemplo, Armas y Uniformes de la Guerra Civil Española.
Resulta agradable, hablando de un tema tan dado al apasionamiento como Nuestra Contienda Nacional (TM) encontrarse con un libro tan ecuánime y objetivo que se limita a estudiar aquello que anuncia si título. Sin juicios de valor ni opiniones políticas.
Bueno, salvo cuando en su página 77 de repente cierra el capítulo dedicado a la aviación...
...con un "y tú más" de libro (nunca mejor dicho)
Pero vamos, seguro que es algún error informático, algun párrafo que se les ha colado a sus autores de alguna otra obra, que ya se sabe cómo son las cosas de los ordenadores.
Sin ir más lejos, de la misma editorial tenemos Aviacion Militar Española.
Aquí si que no hay revisionismos históricos ni revanchismos guerracivilistas, sólo datos, hechos y eventos.
Y si alguien piensa que lo que se dice en la página 91...
...tiene un repgunante tufillo a "hay quen joderse, matas a los putos vascos y encima se marcan una victoria propagandística" con guarnición de "yo no he sido, lo hizo un niño alemán" es que es un malpensado y un malinchista porque los autores dan repetidas pruebas de su objetividad. Como por ejemplo que en la página 119...
...se refieran a la posguerra como en período "esperanzador"
No, no es cierto que la afición a lo militar patria siga estando dominada por una caterva de fachas que se matan a pajas en cuanto ven una esvástica y que echan espuma por la boca a la vista de una bandera republicana.
Quiero decir, si uno sospechara que tal cosa fuera cierta, si uno realmente pensara que es casi imposible encontrar literatura bélica sobre el suiglo XX que no sea tendenciosamente política sospecharía del hecho de que en ninguna de las largas 541 páginas que le lleva a A Man Called Intrepid contar la épica lucha de los demócratas británicos y norteamericanos contra el alzamiento del nazismo y de las tiranías fascistas europeas...
(y de hecho la Guerra Civil española sólo se menciona para explicar el origen del término "quinta columna")
Completamente absurdo, obviamente.