"Todas las cosas buenas llegan a su fin"
Antíguo refrán vulcano
No es ya que todo lo bueno se acabe, es que cuanto más bueno sea algo más posibilidades tiene de tener una corta vida.
Eres un editor que tiene a un personaje olvidado que sólo le importa a los cuatro frikis que leian sus aventuras cuando tenían 15 años y, por no perder el trademark del título, le encargas a dos pringados que tienes para comerse marrones como este que te hanga un tebeillo con él.
Y van y escriben la mejor serie que en ese momento publica tu editorial.
Bueno, en principio ni te das cuenta, porque lo quie más sigue vendiendo es lo de siempre. Las mierdas que te escriben Bendis y tus otras estrellonas paridoras de eventos como churros uno detrás de otro. Además estos dos chicos no se quejan ni patalean cuando les obligas a comérselos sí o si porque no crees que el hecho de que su personaje viva en el quinto coño de la galaxia no deba verse pringado de la trascendental e imprescindible Civil War.
Un editor de los de antes se habría dado cuenta de cómo los guionistas se estaban limpiando el culo con tu GRAN CONCEPTO.
Tú no, claro.
De la misma manera que eres incapaz de reconocer cómo alguien que sabe de personajes y de continuidad llora por cómo tus favoritos han violado a una creación de Stan Lee sólo para poder presumir de ello en el chat con los amiguetes.
Porque además tu coleguita sólo ha podido atreverse con uno de sus personajes menos importantes y lo sabe igual que sabe que, como con Nova, sólo habría hecho falta un guionista digno de tal nombre para poder aprovechar su potencial.
Tristemente tarde o temprano uno de tus niños mimados se lee uno de esos comics y, aunque sería incapaz de igualar su talento aunque su vida dependiera de ello, puede reconocerlo. Y reacciona de la única manera que sabe.
Te llora y te patalea hasta que les cierras la serie...
...para poder cogerlo él y violarlo un rato.
Si tuvieras la más mínima capacidad de detectar el talento para la escritura sabrías que ese contacto de segunda mano es lo más cerca que va a estar de tenerlo tu princesita en su puta vida.
Pero claro, eso era una capacidad requerida para un editor de la antígua escuela. De aquellos que controlaban la coherencia del universo que supervisaban y eran capaces de rechazarle una historia a sus guionistas.
Tú, como no tienes más capacidades que la autopromoción, vuelves a cometer el mismo error unos pocos años más tarde...
...vuelves a dejar una colección que no quiere nadie en manos de los mismos pringados.
Y sin que te des cuenta (porque eres completamente incapaz) cumplen como autores profesionales y escriben uno de esos tebeos en los que no mueren personajes ni se redefinen sino que son originales, coherentes, divertidos y que uno espera con ganas que salga cada més.
De hecho en una de esas coincidencias cósmicas se juntan con un dibujante tan bueno con las imágenes como lo son ellos con las palabras.
Pero de eso tampoco te das cuenta, claro, porque tu único criterio para evaluar a un dibujante es lo desbordantes que dibuja las tetorras de sus personajes femeninos.
En este caso tus niños mimados ya tienen controlados a estos muchachos.
Así que tardan menos en exigirte que les cierres el chiringuito...
...para quedarse ellos con los despojos para sus chorradas en un patético intento de mearse en la obra de quienes saben que siempre serán mejores que ellos.
Y es que los buenos autores son como cucarachas, por más que creas que tienes controlado el cotarro te aparecen por donde menos te lo esperas. Incluso cuando sacas una serie como supuesta consecuencia que justifica otro trascendental e imprescindible eventoy se la das a un autor que en sus otros títulos cumple y te da el torrente de basura que le pides...
...nada te garantiza que en esa en concreto no recuerde sus tiempos pre-Marvel y te escriba una buena colección.
Con personajes imperfectos que aprenden, crecen y en algunos casos evolucionan.
Y que hasta toma a personajes que nunca han sido más que una fantasía masturbatoria y la convierte en un ser vivo con pensamiento y comportamiento propios.
Pero tu nunca te das cuenta de estas cosas, claro.
Hasta que un día te viene otro de tus príncipes llorando y quejándose.
Lo abrazas y le dices que todo irá bien y entre sollozos te recuerda cómo en una de sus mejores historias hizo que su gran creación, su legado llamado a entrar en el Olimpo de los personajes inmortales, the Hood, usara su devastador poder de teleportarse llevando dos pistolas para asaltar a la putilla de Tigra en su casa y darle una lección.
Y cómo todavía de vez en cuando saca ese tebeo para revisarse en las páginas en que su chaval apalea a esa zorrita indefensa para hacerse unas buenas p... reflexionar sobre su técnica narrativa.
Tu también recuerdas ese episodio, ejemplo perfecto de qué es lo que consideras un buen tebeo.
Y entonces tu amiguito te cuenta que al muy pijoso al que has puesto en esa colección de relleno no se le ha ocurrido otra cosa que Tigra recuerde ese evento.
Cosa que ya es inconcebible porque implica recordar la continuidad de hace 12 meses.
Pero es que encima va y hace que en lugar de traumatizarse y lloriquear o dejar el pasado atrás como una valkiria terminatrix Tigra se comporte como una persona que sufre por el trauma pero es capaz de superarlo.
Y no contento con ello el muy bastardo hace que rechaze la venganza porque ella es una heroina y pagar con la misma moneda la rebajaría al nivel de los villanos con los que combate.
No, lo siento, me temo que ni escribiendo durante un millón de años lograría que pudieras comprender el concepto de "heroe".
Semejanetes ofensas no pueden quedar sin castigo, obviamente.
Y así con todo.
No reconocerías a un buen escritor ni aunque bailara delante tuyo en pelotas con el cuerpo pintado de color naranja pero afortunadamente tus estrellas te advierten cuando alguno de los currantes intenta salirse de la política de la empresa y puedes cortarle la cabeza.
Sólo tienes un problema.
Eres un imbécil tan iletrado e ingorante que cuando clapas la enésima colección bien escrita y apasionante...
...no te das cuénta de cómo el autor reconoce metalinguisticamente su derrota ante los poderes editoriales establecidos (ja, dobles lecturas a tí, que eres incapaz hasta de lecturas primarias) pero al mismo tiempo celebra sus logros porque sabe que un puñado de buenas historias
perduran en el tiempo y serán recordadas cuando tus históricos
megaeventos no sean ni siquiera una mala memoria.
Y hasta mira directamente al lector y le manda un mensaje.
Porque te crees un imperial César pero nuna fuiste más que un desnudo emperador a quien el hype generado por un par de revistas vendidas al poder hicieron creer que iba vestido con lujosas ropas.
Pero todo aquel que pueda ver con sus propios ojos sólo puede contemplar tus alicaidas lorzas, Joe.