miércoles, 25 de junio de 2008

Las Crónicas Decapodianas: La Noche de Sin Juan

Zoidberg se las prometía muy felices este San Juan. Planeaba, como en anteriores episodios, recorrer a pié la carretera hasta la playa de las Teresitas... perdón, hasta Nuestra Playa de las Teresitas, aprovechando que Zerolo & Friends todavía no se la han cargado y que este año volvía a haber concierto con cartel encabezado por el ínclito Pepe Benavente y por unos recién recuperados de la tumba Sin Fundamento.

Sigh...

Cuán poco podía imaginar que la prometida Noche de San Juan se convertiría en una Noche Anterior a San Juan Retorciéndose de Dolor y en una Mañana del Día de la Noche de San Juan Perdida en Urgencias.

Porque hay brazaletes que abren la puerta a paraisos de ilusión y fantasía...

...y los hay que te llevan al umbral de infiernos de pesadilla...

...avernos donde el tiempo y el espacio pierden todo significado y la única ley es la del dolor. Pozos sin fondo de desgracia que haría que un mutante de Claremont se suicidara y que los hombres (y hombras) han dado en llamar...

...¡URGENCIAS!

La Primera Regla de Urgencias es que cada miembro (y miembra, claro) del personal que te encuentres te preguntará qué te pasa. No es que se preocupen mucho, es que en una atmósfera tan densa la información tiene serios problemas para expandirse, así que hasta el octavo o noveno no aparecerá con tu expediente en la mano preguntando "asi que tu eres Zoidberg y tienes dolores en el bajo vientre, ¿no?".

Mientras tanto, a Zoidberg lo sientan en el Pasillo de las Almas Perdidas, evidencia palpable de la Teoría de la Relatividad de Einstein. Pues en él coexisten enfermeros y médicos moviendose de un lado a otro a cámara rápida junto a presuntos pacientes sentados aguardando en un limbo en el que apenas pasa el tiempo. Los pacientes forman un pintoresco y variado mosaico de edades y condiciones sociales digno del casting de una película de catástrofes. Desde ancianos achacosos a jóvenes rebeldes (presumiblemente sin causa). Lamentablemente nadie se levanta y grita que deberíamos dirigirnos hacia la popa del barco, así que seguimos aguardando, tiempobala de Matrix frente al tiempoacelerado de Benny Hill del personal médico.

De la interacción de tan dispares marcos espaciotemporales nace la Segunda Regla de Urgencias: a toda acción le sigue un laaaargo períoooodo de inaciooooon. Llegada - espeeeeeera - brazalete - espeeeeeera - toma de tensión y temperatura - espeeeeeera - etc etc - espeeeeeera -... Zoidberg aprovecha las esperas para ir recuperando poco a poco todo el sueño que le falta de la noche anterior. Y entre cabezada y cabezada examina el panorama.

No, no hay inmigrantes bloqueando las urgencias con síntomas no urgentes. Está el joven debil y mareado tumbado en una camilla que amenaza a alguien a través de su móvil con cortarle el cuello si no trae "el papel amarillo" y que le murmura a las enfermeras que les va a romper la boca con un hilillo de voz tan indefenso y lastimero que Zoidberg no sabe si resulta terrorífico o conmovedor.

Y está el enigmático hombre de la silla de ruedas, de incesantes temblores y habla incomprensible, que cada cinco minutos intenta escapar lentamente, sobre ruedas e incluso a pié, hacia el vestíbulo. Se cruza con efermeras y celadores hasta que uno se da cuenta de que no está donde debería (ver Regla Número uno) y lo devuelve a su lugar. Y a los cinco minutos, vuelta a empezar.

Y es que las enfermeras siguen a rajatabla la Tercera Regla de Urgencias: cada miembro del personal en un momento dado está realizando como mínimo dos tareas a la vez. Así que cada vez que Zoidberg es llevado para alguna prueba (ver Regla Número Dos) la enfermera lo lleva del brazo unos metros, lo deja abandonado en mitad del pasillo para partir a realizar otra gestión, vuelve y se lo endilga a otra enfermera que lo lleva hasta su destino (destino donde comienza otro período de espera). En circunstancias normales a Zoidberg le halaga que una sucesión de hembras humanas le pidan que se desabroche y se baje los pantalones (salvo si dichas hembras pertenecen a los cuerpos de seguridad del estado y se están enfundando unos guantes de látex). Lamentablemente estas no son circunstancias normales.

De tal manera van pasando las horas hasta que finalmente Zoidberg se encuentra cara a cara con una doctora. Su felicidad, no obstante, es pasajera, puesto que la doctora se levanta sin decir nada y se vá cada cuarenta segundos dejando a Zoidberg con la palabra en la boca a mitad de su relato de síntomas para volver tres minutos después como si no hubiera pasado nada. Entre tanto intermedio Zoidberg logra enumerar sus padecimientos (otra cosa es que la doctora los haya escuchado).

Y el colofón a más de tres horas de experiencia vital es una doctora que examina dos radiografías y un análisis de orina y dice:

-Pues no tienes nada.
-Pero a Zoidberg le duele.
-Ya, pues eso será algo.
-Si pero, ¿qué algo?
-Ah, eso no lo sabemos.
-¿Será algo que Zoidberg ha comido?
-Si, podría ser. U otra cosa.

Y por hacer algo, la doctora le receta un antivomitivo y una dieta anti-laxante. Teniendo que cumplir la Regla Número Dos pero no teniendo otra tarea en ese momento intercala el recitado del tratamiento con una agradable charla con el médico que tiene enfrente ("hoy tienes que dejar salir a mi niña antes, ¿vale?"). Tanto se entretiene que ni siquiera le describe el tratamiento completo a Zoidberg, hay detalles que sólo descubre al leer el informe en su casa.

Lo cual no es del todo malo, dado que veinticuatro horas después una doctora de verdad que no cumple las Reglas de Urgencias, escucha a su paciente y examina detenídamente la radiografía (el análisis de orina debía ser SPOILER porque se lo quedaron en Urgencias) va y descubre una retención intestinal y le receta exáctamente lo contrario.

Ahhh, las delicias de la sanidad pública.

Pero, ¿sabeis qué es lo mejor? Que el día que Espe y sus Muchachos alcanzen el poder y privaticen la sanidad para forre de sus amiguetes de las aseguradoras vamos a echar de menos estas amenas aventuras mucho pero mucho MUCHO.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Hombre, 8 años estuvieron ya en el gobierno y no la privatizaron, ¿no...?

Además hay malintencionados que dicen que la Seguridad Social en España la fundó Paco el Piscinas en los 60...

Cattz dijo...

Espero que no fueras a la Residencia, ese sitio donde al ver que en una habitación de dos sólo había una persona, le dieron al ocupante los medicamentos de las dos camas. Para no tirarlo, supongo, poco importaba que el otro NO tuviera leucemia.

E. Martin dijo...

Evidentemente sería estúpido afirmar que todo lo que hizo el paco fue malo (y además estadísticamente imposible). El problema es cómo llegó al poder, cosa que parece no molestar a aquellos que afirman haber vivido su época con extraordinaria placidez. ¿Eres tú uno de ellos, mi (sospechosamente) anónimo comentador?

Por otro lado, tras varios amagos de anunciar el apocalíptico final del sistema de pensiones y la sanidad pública, y ante el levantamiento general, optaron por privatizar el sector eléctrico. Y de aquellas ventas vienen estos apagones.

Necio Hutopo dijo...

A mi me parece que, como cada que en éste y otros blogs se comenta algo que pone mal a la realeza o al PP, el anónimo comentador es R*sm*r** que ha optado por una nueva estrategia...

De su aventura... Pues mi más sincera condolencia... Eso sí, el día que privaticen antes de cualquier espeeeera va a tener que sacar la de platino.

Estrellita Mutante dijo...

Ponte bueno, tengas lo que tengas. lo bueno es que sabes que ni vomitarás y no 'lo otro'.