viernes, 24 de abril de 2009

Las Crónicas Decapodianas: Desencuentros Urbanos



(no, esta no es una historia de amores perdidos, pero la canción tiene el tono nostálgico-depresivo adecuado, y además no solo de Johnny Cash vive el depre, hombre, que Tom Waits también produce bajonas guapas guapas)

Es lunes por la mañana temprano y Zoidberg acude a su cita con el tentaculista (que le está haciendo un repaso a los pseudópodos bucales que se los va a dejar fuertes y sanos cual extremidades de kraken) cuando en mitad de la calle Castillo (ehm... como la calle Preciados de Gallardoburgo, pero a escala... a escala 1:75...) se encuentra cara a cara con A.

A. es una amiga del segundo año que Zoidberg perdió en la facultad de Bellas Artes y, por algún arcano motivo, años después sigue recordando su nombre y hasta el de sus otros dos conocidos, P. y S lo que, dado que el día en que Diso repartía la memoria RAM para almacenar nombres de gente Zoidberg estaba liado acabándose el Atic Attack, es un hecho remarcable. Aparte de eso, A. es una de esas personas que uno se alegra sinceramente de reencontrarse de vez en cuando, y el sentimiento es mutuo. Al saludo sigue un resumen de los últimos años en dos frases.

Resulta que A. venía con un acompañante que se ha detenido unos pasos más adelante, y cuando uno hace eso puede mantener dos distancias. La corta implica respetar la conversación que la persona con la que ibas y la que se ha encontrado sin inmiscuirte. Pero unos pasos más alla ya implica un impertinente y silencioso "me estais retrasando". Y a Zoidberg le da la sensación de que es el segundo caso y además no quiere llegar tarde al tentaculista, así que se despiden, no sin que antes A. le diga que esto0s días se esta quedando en casa de su madre, al lado de su tienda, "en ese portal, cuando quieras vienes y llamas al primero".

Tras tantos años Zoidberg empieza a sospechar que nunca logrará adquirir reflejos. Y no quería los relampagueantes reflejos de un Flash. Se habría conformado con los mínimos para, en una situación así, decir "toma, apunta mi móvil y me mandas un SMS...".

Tres días después Zoidberg se dirige a Correos a recoger un nuevo chute de Heroclixes (¡el Venom promocional! ¡El Detective Marciano limitado transparente!...) y el portal en cuestión le pilla de camino. Es una de esas casas antíguas de tres plantas que todavía sobreviven en la calle Castillo.

Pero en cuanto intenta llamar ve que en lugar de portero automático hay un timbre.

Y que el botón no se puede apretar.

Igual A. estaba señalando a la siguiente tienda y portal. Este, más moderno, si tiene portero automático, pero en el primer piso indica claramente "oficinas".

Zoidberg considera entrar a pregunatr en la primera tienda.

Pero es una tienda para bebés con dos dependientas.

Zoidberg tiene una cierta... presencia física. No como para entrar en un bar de moteros y hacer que se orinen encima y se pongan a llamar a su mamá, pero sí como para que la mitad de las veces cuando está en la cola de una cajera del Carreful un vigilante se acerque con todo el disimulo de que es capaz y se ponga al otro lado como quien no quiere la cosa.

La justa como para que resultar sospechoso si entra en una tienda para bebés y empìeza a hacer preguntas a sus dependientas sobre dónde vive su dueña. Se imagina que tardarán diez segundos en poner cara rara. Y treinta en llamar a la policía (eso si no tienen a mano un spray antiviolación)

¿Zoidberg había mencionado ya lo tímido que es?

Si, encima eso.

Así que todo el camino de ida hasta Correos y el de vuelta se lo pasa pensando en cómo preguntar de la manera menos sospechosa posible.

Y cuando vuelve a econtrarse ante la tienda no ha logrado pensar en ninguna. Pero si no lo intenta es perfectamente posible que no vuelva a ver a A. en su vida. Y podría ser alguien con quien poderse tomar un café, contarse la vida de vez en cuando y hasta poder mantener un cierto contacto regular en estos tiempos de red-de-redes(TM). Así que hace todo lo posible por superar el corte y entra en la tienda.

Al fondo está una señora con toda la pinta de ser la dueña :)

Pero está hablando por teléfono :(

Tras unos segundos de espera, para para llamar a la otra dependienta.

No baja, asi que vuelve a parar y vuelve a llamarla. Zoidberg no viene a comprar, sólo a preguntar.

La llama por tercera vez, ya dando un golpe en la pared. Zoidberg ve como nubes de tormenta de mal rollo se acumulan en el cielo.

La chica aparece finalmente. Zoidberg logra comenzar la parrafada sin titubear. Tanto que en lugar de diez la dependienta tarda veinte segundos en empezar a poner cara rara. Es que la hija es una amiga de la facultad que me encontre el otro dia aqui delante, intenta explicar Zoidberg.

¿Y como se llama? interviene la dueña que ha parado su conversación telefónica.

A. responde Zoidberg.

Ahhh, eso es más abajo, afirma la dueña, aparente (y afortunadamente) parte de la hermandad de dueñas de tiendas de la calle Castillo. En el portal 58.

Sin creerse su suerte, Zoidberg da las gracias y parte hacia el portal 58 :)

Que corresponde a una casa ultrapija cuyos dos primeros pisos forman un minicentro comercial :(

Tras un par de merodeos sopechosos Zoidberg logra localizar el portal, pero no tiene portero automático en el que "apretar el timbre del primero". Tras otro merodio localiza el ascensor que lleva a los pisos de viviendas.

Pasan cinco minutos en el el maldito y canijo ascensor sube y baja y cada vez que para está lleno de gente. Más merodeo impaciente. A estas alturas Zoidberg considera llamar a la policía él mismo y así ahorrarle el gasto de teléfono a otra persona.

De repente el ascensor se abre... ¡y está vacio!

Entrar representa un pequeño paso para la humanidad, pero uno grande para Zoidberg.

Con decisión se encara con el cuadro de botones :)

Y se encuentra con que ya estaba en "el primero" :(

Y lo que le rodea son locales de oficinas, claro.

Derrotado, azotado por el implacable sol veraniego que ha elegido aparecerse esta tarde, Zoidberg se aleja calle arriba. La localización de A. convertida en misterio irresoluble. Su contacto, un encuentro casual en el engañoso paisaje urbano.

Aparentemente superpoblado.

Pero paradójicamente solitario.

3 comentarios:

Mistheart dijo...

Sorry, pal. Estas cosas pasan.
En Madrid he perdido amigos al ser fagocitadas sus casas por Starbucks...

Isaac Hernández dijo...

Si sabes el apellido de A. (mejor los dos) puedes probar a hacer busquedas en páginas blancas para delimitar las posibilidades de búsquedas...es lo único que se me ocurre, bueno la otra opción es ir a su concurso favorito a ver si te ve como en Slumdog Millionaire, pero tal y como está la tele lo mas normal es que este viendo un DivX (por eso la ministre Sinde quiere dejarnos sin descargas por los pobres amigos que van a los concursos sólo por reencontrarse con sus viejos conocidos).

LoKKie dijo...

Vaya,al final si que fue chunga la cosa...

Presencia fisica...si hasta te persiguen los seguratas del fnac hombre!!! xD