De entre las nuevas estrellas del brillante firmamento de dibujantes marvelianos pocas destellan con tanta fuerza como Paolo Rivera.
El gran dibujante (lamentablemente asignado al plúmbeo y aburrido Dan Defensor de Mark Waid, ahora mucho más por contraste con la presente publicación del GENIAL! Dan Defensor: Fin de Días de BENDIS!) no sólo maneja con habilidad el lápiz sino que muestra una innegable maestría en el uso del pincel.
Y esto es así porque, como demuestra su saga dedicada al Capitán América, el método Rivera se basa en conocer a fondo al personaje retratado y plasmar su personalidad y características en la ilustración.
Y es que el Capi, en el fondo, sigue siendo un ingenuo y honesto chiquillo de West End neoyorquino...
...arrojado y valiente...
...y con el corazón en su sitio.
¿Y qué hay de Bucky? ¿Cómo es la misma esencia del adolescente compañero de Steve Rogers, ese paladín
Pues Rivera nos deja claro que ya en los años cuarenta nuestro Joven Aliado favorito...
...sabía perfectamente qué era lo que quería, cómo de duro tenía que estar y por dónde lo debía recibirlo...