Hay muertes de las que uno se entera tarde y mal.
Los telediarios están copados por catalanes creyéndose superiores a Andalucia, por madrileños creyéndose superiores a Andalucía o por un desfile de losángelesdevictoriassecret (TM). Los programas de cine entretenidos con la última película cruda y pulsante rodada por un pijo el tercer mundo con acceso a una cámara cara. Las páginas de cine liadas con el nombre del actor que será el próximo villano Bond.
Así que ha sido hoy cuando me he enterado de que el día 5 murió Charles Napier.
Durante unos cuantos años, antes de lograr aprenderme su nombre, me refería a él por el papel en que le había conocido: "el malo de Supervixens".
(Por obra y gracia del director, produtcor, guionista, editor y cámara Don Russ Meyer, Diso lo tenga en su gloria)
Un personaje que, en el último segundo antes de que le explote la bomba en la cara se gira a mirar a cámara con expresión de Uh-oh (años antes que el Dennis Leary de Gun Men) deja huella. En realidad ya le había visto en Rambo interpretando al agente de la CIA heredero del rol de Brian Dennehy de Acorralado (igual parte de la sensación "ni chicha ni limoná" de Rambo III se deba a que no hay un americano canoso y gordo al que tenga que dar una lección Sly tras la masacre) pero todavía no lo "reconocía".
Pero cuando ví Algo Salvaje no solo lo reconocí sino que logré aprenderme su nombre. Es el concinero que corre tras el coche al final del (espoileador) trailer.
(Uno de estos días se nos morirá Jonathan Demme y los malditos periodistas sólo acertarán a referirse a él como "el director de El Silencio de los Corderos", sigh...)
Pero claro, es que el Señor Demme desde sus tiempos en la Factoría Corman ha sido un practicante de la escuela del amiguetismo en su vertiente más positiva, la de rodearte de colaboradores fijos. Eso se traduce en contar siempre con Taj Fujimoto para la fotografía y en colar a Charles Napier, con quien ya había trabajado en El Eslabón del Niágara, siempre que podía.
Incluso en Miami Blues, que Demme se limitó a producir, tenía un papel.
Y luego está El Silencio de los Corderos, claro.
Si en los telediarios se hubieran molestado en hablar de él lo habrían definido como "el clásico actor de caracter" o un "secundario de lujo". Un actor que abarcaba desde el clásico repertorio de malosos de El Equipo A o El Coche Fantástico y que saltaba con facilidad de la Serie Z a una Serie A como la saga Austin Powers. E incluso algún videojuego como el Return to Castle Wolfestein.
Y hasta animación. Muchos sólo conocerán de El Crítico su crossover con la otra creación de James L. Brooks, Los Simpsons...
Pero en realidad es uno de esos clásicos por descubrir en el que Napier ponía la voz del rubio y mostachudo jefe de Jay, capaz de robarle el triciclo a un niño.
Otro Geoffrey Lewis y otro Dick Miller (de quienes también nos enteraremos de que habn muerto tarde y mal, imagino).
miércoles, 12 de octubre de 2011
Charles y la Fábrica de Chocolate
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1 comentario:
Será convenientemente honrado y recordado, de eso no cabe duda. DEP.
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